SALMO:
La luz de tu rostro eterno ilumine nuestras vidas,
y tu bendición arranque de raíz nuestras desdichas.
Señor Dios, que todos te alaben cantando tus maravillas.
Señor Dios, que el mundo se postre a tu bondad infinita.
¡Quién supiera mirar bien la dulzura que en ti brilla
y aceptar tu voluntad de salvación gratuita…!
El paisaje de tu gracia abre horizontes de dicha
y llama a todos los pueblos a gustar tu obra de vida.
La tierra ha dado su fruto, de un sabor que resucita,
cuando tomó carne humana la Sabiduría Infinita.
Oh Dios, que todos te alaben junto a los coros que gritan
a ti: “¡Gloria en las alturas, y al hombre paz sin medida!”